Leyendas

 General Limon

Cuenta la leyenda que para el año de 1919 en el municipio de bacadehuachi en el mes de noviembre para ser exactos, el ruido de cascos de caballos en el callejon de la entrada al pueblo rompe el silencio y la tranquilidad de esa fria mañana. Muchos indios yaquis fuertes y bien dados entran al pueblo montados a caballo, otros mas en burro y otros a pie, pero eso si todos armados con su carabina, se dirigieron a la plaza para urdir bien sus planes que eran tomar a los habitantes como prisioneros. para empezar saquearon casa por casa todo los que les parecia atractivo. lo peor es que a todos los hombres que se encontraban los obligaron a quitarse los pantalones para despues llevarlos al corralon del ayuntamiento para cortarles las plantas de los pies, hecharles sal en las heridas y hacerlos caminar por las calles; tambien se dijo que los iban a capar. Las mujeres asustadas y llorosas tomaron a sus pequeños hijos y corrieron en busca de un refujio seguro pero muchas fueron vistas por indios y las agarraron para llevarlas a la iglesia donde las encerraron y pretendieron violarlas más tarde. El reloj ya habia consumido ya tres horas desde que los yaquis habian entrado al pueblo a las diez de la mañana, inesperadamente se escucho un sonoro clarín era el gral. Gilberto R. Limón y 250 hombres mas disparando fusibles. Al cabo de varios minutos 40 yaquis convertidos en cadaveres quedaron regados en las calles del pueblo, mientras que los demás lograron huir en desbandad. despues los cadaveres de los yaquis fueron llevados a la mesa grande donde se les prendio fuego. Devido a la intervencion del gral. Limón hoy en dia el pueblo de bacadehuachi celebra cada 1 de noviembre una fiesta civica donde se entonan las notas del "Himno al heroe".

Gilberto R. Limón Márquez


Leyenda de los padres muertos

La gente del pueblo dijo que los habían asesinado, pero eso es algo que nunca se comprobó. Además, supuesta mente la autopsia reveló que habían muerto asfixiados con el gas de la lámpara. Sucedió el 4 de septiembre de 1989. Los sacerdotes José Valencia, Jesús Manquera y Roberto Valdés Arreola llegaron a Bacadéhuachi para pasar un día en el Rincón de Guadalupe, un paradisíaco lugar ubicado en a sierrra de este municipio, el cual ha estado siempre en poder de la Arquidiócesis de Hermosillo.Llegaron a la casa del sacerdote José Valencia, quien era originario de Bacadéhuachi, y dijieron que al día siguiente por la tarde regresarían al pueblo para oficiar misa. Pero llegó la fecha y la hora señalada y ellos no aparecieron. La gente se quedó esperándolos en la iglesia. Los familiares del padre Valencia empezaron a preocuparse y al día siguiente José Pedro, uno de sus hermanos, se fue a la sierra a buscarlos. Regresó al pueblo con la noticia de que los tres estaban muertos. Rápidamente varios hombres del pueblo se organizaron para ir por ellos, acompañados del sacerdote Tito Córdova. Al llegar allá improvisaron tres camillas para bajarlos hasta donde estaban los automóviles, ya que no había camino para que éstos subieran hasta la casa. Se los trajeron directamente a la casa cural y las autoridades municipales mandaron llamar al Ministerio Público a Cumpas y también al médico legista. Aquello era un gran y triste acontecimiento. El pueblo entero andaba de curioso y se amontonaba afuera de la casa cural queriendo saber lo que había sucedido en realidad. Después todos estuvieron en la misa que se les ofreció a los tres cuerpos de los sacerdotes. Dicen que al padre José Valencia el médico legista le hizo la autopsia en la parte trasera de la casa cural, y que ésta reveló que había muerto asfixiado. Pero en realidad se dijeron y se dicen todavía muchas cosas. Una de éstas es que los tres murieron asfixiados con el gas butano de una lámpara; que cuando los encontraron no se descubrieron señales de violencia y que incluso el padre Manquera tenía un libro en la cara como si se hubiese quedado dormido leyendo. en la estufa estaba un caldo que ellos mismos habían puesto para comer al día siguiente, y en la casa también había varias cajas llenas de fruta -duraznos y manzanas- que habían cortado para llevar al pueblo. La otra versión es que los asesinaron. Gente en el pueblo asegura que el día que los sacerdotes se fueron al rincón de Guadalupe vieron un helicóptero rojo que iba con rumbo a la sierra. Dicen incluso que al padre Manquera le cortaron la lengua; otros señalan que lo caparon; que fueron los narcotraficantes los que cometieron tan vil acción porque él hablaba mucho en contra de ellos. Elementos de la PGR anduvieron en la sierra y en el pueblo haciendo una investigación, pero nunca se supieron los resultados de la misma, y, a 11 años de distancia de la muerte de los tres padres, la especulaciones continúan. Hubo otro caso de un sacerdote muerto en la sierra de Bacadéhuachi que ahora pocos recuerdan en el pueblo. Éste ocurrió el 3 de noviembre de 1967. El padre Jesús Noriega Trujillo, originario de Huásabas, se remontó a la sierra de "Los Ciriales", junto con un grupo de amigos. Por la noche de aquel mismo día se reportó desaparecido. Fue buscando durante tres días, incluso por las autoridades, por aire y tierra, y en la madrugada del 6 de noviembre lo encontraron muerto con un golpe en la cabeza y un paquete de mejorales en la mano, las cuales nunca tomaba. Se dedujo que pudo haber sido asesinado porque "era muy claridoso para todo". Además, acababa de ocurrir el sonado asesinato del obispo de Cuidad Obregón, Monseñor Soledad Castañeda, y se presumía que el padre Noriega sabía quien había sido el auto intelectual.


3 comentarios:

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  2. Buenas tardes, acabo de ver tu pagina. Por el apellido debes ser de Bacadehuachi. Soy sobrino del padre Noriega y lo trate bastante. Es muy poco probable que fuera homicidio ya que solo esta la leyenda urbana. Aparentemente se golpeo la cabeza al caer y habia disparado en tres ocasiones tambien probablemente para pedir ayuda pero creyeron que andaba cazando, el cazaba solo. Las pastillas eran aspirina y si acostumbraba tomarlas. Saludos.

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  3. Pues si solo son leyendas los padres no fueron asesinados y murieron porque inhalaron monoxido de carbono al quedarse dormidos con la lámpara de petróleo prendida y fue el 4 de Septiembre de 1990 doy hermana de Roberto Valdez

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